Encantadora. Descarada. Astuta.
Los reyes de Wesloria enviaron a Inglaterra a su hija, la princesa Justine, para que aprendiera el funcionamiento de la monarquía bajo la tutela de la propia reina Victoria. Además, Justine debía encontrar un marido adecuado, alguien apto para casarse con la futura reina de Wesloria.
Dado que William Douglas, el heredero libertino del ducado de Hamilton, conocía a todo el mundo, le fue asignada la misión de acompañar a la princesa en sus salidas por Londres. También debía vigilarla e informar al primer ministro wesloriano, al tiempo que se aseguraba de que la princesa se emparejaba con un hombre a la altura de las circunstancias… y que fuera del agrado del ministro.
Mientras William y Justine conocían a un buen número de adecuados pretendientes, se hicieron amigos. Sin embargo, cuando llegó el momento de seleccionar al más idóneo… ¿no sería el mismo William el mejor soltero disponible?
¡Qué complicado es ser una princesa! Responsabilidades, obligaciones, vigilan todos tus movimientos, todo ello para que en el futuro seas una buena reina para tu país; y además te buscan un marido de lo más adecuado a tu posición, sin tener en cuenta si estás enamorada de él o no. Pero, alguna vez, puede suceder que el hombre adecuado también sea el mismo del que te has enamorado.